SERÉ BREVE
A primera vista, alguno pensará que se trata de un ejercicio contradictorio, de una huída hacia delante que esconde las verdaderas intenciones del fugitivo. Así lo sugiere Augusto Monterroso en un relato sobre la brevedad, un cuento muy breve, con la contundencia de la misma brevedad aplicada al asunto: lo que el escritor de brevedades anhela, en realidad, es escribir interminablemente largos textos, textos interminables donde la imaginación, en su laberinto infinito, pueda trabajar sin apenas esfuerzo. Y añade Monterroso: sin sujeción al punto y coma, al punto. Aunque si esto fuera así, si las cosas fueran como las imagina Monterroso, no se entendería esta decisión de última hora. ¿Cuál es, entonces, el problema? ¿Por qué decidimos, a estas alturas, cambiar de formato? Quizás, me imagino, porque siempre se tiene la impresión, llegado el momento, de que estamos atrapados en un callejón sin salida. Y ya saben ustedes lo que ocurre siempre ante un callejón sin salida. Si le preguntas al gato, como hizo Alicia en el País de las Maravillas, qué camino has de tomar para encontrar la salida, el gato contestará: “depende mucho del punto adonde quieras ir”. Y si tienes la ocurrencia de contestar, como hizo Alicia: “me da casi igual dónde”, estás del todo perdido. El gato acabará la partida devolviéndote de nuevo a la casilla de salida: “entonces –concluirá el gato- no importa qué camino sigas”.
Condenado a las inclemencias del tiempo (del tiempo climático y del tiempo cronológico), la brevedad puede ser una solución que me permita escribir y no morir en el intento. Además, los que entienden del asunto no dejan de llamar nuestra atención sobre las virtudes de la brevedad, de la precisión y de lo concreto. Gracias a ello, afirman, mejora uno en su trato con la lengua, con la expresión. Y, de este modo, aprendemos a pescar, tan solo, lo verdaderamente importante. Umberto Eco, en su Elogio del resumen, recordaba una serie de resúmenes posibles del Ulises de Joyce en los que se condensaba la trama de la novela hasta niveles indiscutibles. En uno de ellos, el comentarista había escrito: “Un joven que filosofa, un hombre que quisiera hacer el amor, una mujer que lo hará, pero mientras ellos piensan, quien de veras hace el amor es el lenguaje”. Así de sencillo, así de breve y así de concluyente. Nada más (y nada menos) al otro lado del túnel, al otro lado del callejón sin salida. Y en esas estamos.
1 comentario
pini -
inclinados unos renglones.
el texto que espera.
todo encuadra perfecto.